Escribir es terapéutico, casi tanto como llorar. Y me seco
las lágrimas porque me obligo a recordarte contenta. Y por eso escribo…
Miranos, éramos tan chicos y teníamos tantos sueños… Nunca
supe bien cuáles eran los míos, creo que es el día de hoy que tampoco lo sé.
Pero vos lo tenías todo tan claro, desde que te conozco tu sueño más grande
siempre fue volar. Y a esa edad ya lo hacías, volabas entre los avioncitos de
papel que tirabas y acariciaban el aire, esos que un día me enseñaste a hacer y
que con el tiempo me olvidé. Por suerte lo cumpliste, volaste hasta el último
minuto. Que orgullo me provoca saber que lo lograste, que no te quedaste con
las ganas de hacer lo que más deseabas hacer.
Cada tanto me canso y me acuerdo de tus ganas, de tu pasión por
las cosas que te gustaban (que, ahora entiendo, tenían todo el sentido del
mundo). Me acuerdo de cada risa, de cada tono de voz, de vos… De tus abrazos,
tus consejos. De las horas que compartíamos riéndonos, casi siempre de nosotros
mismos.
Sería ilógico decir que no estás en cada cosa que me cruza.
Te transformaste en otra cosa, en algo que excede lo físico. Estás en cada cosa
que me pasa, en cada cosa que miro, hago, digo, siento. A veces me resulta
difícil recordar tu cara, lo que no se borra son tus ojos, tu sonrisa ni tu voz
inconfundible. Estás en cada avión que veo pasar por el cielo cada vez que me
tiro en el pasto a pensar en vos. Estás en el aire. Acariciándolo.
AMIGO|HERMANO♥