Mientras que los celos 'normales' son una reacción defensiva que puede salvar una pareja, los 'anormales' son una obsesión destructiva que daña a las personas y las relaciones entre ellas.
El equilibrio, la sensatez de no llegar al extremo de coartar la libertad del otro, evitar culpabilizarlo por nuestra desconfianza debe de ser, sin duda, el límite.
Si lográsemos vivir nuestros celos como un signo de amor verdadero, administrándolos sabiamente, y prevenirlos cuando se descontrolan y se vuelven peligrosos, podríamos hacer de ellos un condimento más de la pasión.
Podrían, incluso, funcionar como aliados que ayuden a defender a la persona que tenemos al lado y a cuidar el amor.

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